
La clasificación de las naves industriales de manera muy general puede resumirse en 4 tipos, según los materiales utilizados para su construcción.
- Naves con estructuras de acero. Son las más comunes, puesto que son fáciles y rápidas de construir. Tienen la ventaja de permitir espacios iluminados más grandes, sin la necesidad de montar pilares dentro del inmueble, lo que optimiza el uso del espacio interior.
- Naves de hormigón prefabricado. Al igual que las anteriores son fáciles y rápidas de armar, solo se tienen que conectar las piezas, sin embargo en cuanto a iluminación se encuentran en desventaja, pues no llegan a ser muy altas. Además de que su tamaño se limita según las características del hormigón prefabricado.
- Naves de hormigón in situ. Aunque son las más económicas están casi en desuso, puesto que los tiempos de ejecución son largos y presentan carencias en la iluminación. Su única ventaja es que la nave se puede realizar en forma de edificio, permitiendo tener varias subestructuras dentro de la planta.
- Naves mixtas. Se construyen con una combinación de estructuras de acero y hormigón para realizar formas geométricas especiales en el inmueble. Una de las ventajas que tienen sobre las construcciones normales de hormigón y acero por separado es el ahorro en costes de materiales, mejor calidad y resistencia estructural.
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